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La Comisión Europea pone en marcha una estrategia para mejorar la seguridad hídrica para las personas, la economía y el medio ambiente

La Comisión Europea ha adoptado, el pasado 4 de junio, la Estrategia Europea de Resiliencia Hídrica, cuyo objetivo es restaurar y proteger el ciclo del agua, garantizar agua limpia y asequible para todos y crear una economía del agua sostenible, resiliente, inteligente y competitiva en Europa.

Esta estrategia global ayudará a los Estados miembros a gestionar el agua de forma más eficiente, mediante la aplicación de la legislación vigente de la UE en materia de aguas y a través de más de treinta acciones.

El Instituto Agrícola propone acciones.

 

LOS INFORMES SOBRE EL ESTADO DEL AGUA EN LA UNIÓN EUROPEA

El pasado febrero la Comisión Europea publicó los últimos informes sobre el estado del agua en la Unión Europea. Los informes, que abarcan la aplicación de la Directiva marco sobre el agua, la Directiva sobre inundaciones y la Directiva marco sobre la estrategia marina, destacan los progresos realizados para mejorar el estado de las masas de agua dulces y marinas, de los últimos seis años. También identifican áreas clave en las que se necesitan más esfuerzos. Incluye las medidas adoptadas para mejorarlo, así como las medidas para reducir los riesgos de inundación. Y proporcionan información específica por país y recomendaciones adaptadas para apoyar el progreso continuo y la gestión sostenible del agua en toda Europa.

La información facilitada por los informes desempeñará un papel crucial en la configuración de la Estrategia de Resiliencia del Agua, cuyo objetivo es abordar los retos más apreciantes relacionados con el agua en Europa.

INFORME DE APLICACIÓN DE LA DIRECTIVA MARCO SOBRE EL AGUA

El informe identificó varias tendencias positivas. En general, los Estados miembros han mejorado el conocimiento y el seguimiento de las masas de agua superficial y subterránea, han aumentado el gasto y han mejorado la aplicación de la legislación de la Unión Europea relacionada con el agua, aunque existen considerables diferencias regionales. La mayoría de las masas de agua subterránea también continúan consiguiendo un buen estado cuantitativo y químico.

No obstante, es necesario hacer un trabajo significativo para cumplir los objetivos en materia de calidad y cantidad de agua dulce. La salud media de las masas de agua superficial es crítica, ya que sólo el 39,5% consigue un buen estado ecológico y sólo el 26,8% consigue un buen estado químico. Esto se debe principalmente a la contaminación generalizada por mercurio y otros contaminantes tóxicos. La escasez de agua y la sequía también son preocupaciones crecientes en la mayor parte de la Unión Europea.

La Unión Europea ha formulado recomendaciones clave a los Estados miembros para mejorar la gestión del agua de aquí a 2027, en particular:

  1. Aumentar el cumplimiento de la legislación en materia de aguas respetando los límites de contaminación, en particular la contaminación por nutrientes procedente de la agricultura, y garantizando que los vertidos de aguas residuales se gestionan adecuadamente para proteger el medio ambiente y la salud humana.
  2. Garantizar una financiación suficiente para enmendar las carencias de financiación y garantizar la aplicación efectiva de las medidas de gestión del agua;
  3. Aplicar medidas adicionales para hacer frente a los retos medioambientales persistentes, como la contaminación química;
  4. Promover la reutilización del agua y aumentar la eficiencia y la circularidad para prevenir la sobreexplotación de los acuíferos, combatir las extracciones ilegales y mitigar las sequías.

INFORME SOBRE LA DIRECTIVA RELATIVA A LAS INUNDACIONES

La evaluación de la aplicación de la Directiva sobre inundaciones muestra mejoras notables en la gestión del riesgo de inundación, una mejor armonización de los objetivos y las medidas, y la consideración de los retos que plantea el cambio climático.

Sin embargo, la mayoría de los planes no incluían objetivos cuantitativos, lo que dificultaba extraer conclusiones sobre la eficacia de la gestión del riesgo de inundación. Con inundaciones más frecuentes y graves en Europa, los Estados miembros deben ampliar su capacidad de planificación y administrativa e invertir adecuadamente en la prevención de inundaciones. Para conseguirlo, son fundamentales la restauración de los ecosistemas y las soluciones basadas en la naturaleza, así como las medidas de preparación, como los sistemas de alerta temprana y la sensibilización.

LA ESTRATEGIA DE RESILIENCIA DEL AGUA

Los recursos hídricos saludables y asegurados no solo son vitales para nuestra sociedad y nuestros ecosistemas, sino que también son fundamentales para la resiliencia, la competitividad y la continuidad de millones de pequeñas y medianas empresas. El agua limpia sustenta las operaciones comerciales clave, desde los procesos de fabricación como la producción agraria, el teñido, la limpieza y el enfriamiento hasta la producción de materiales, el mantenimiento de la infraestructura y el funcionamiento de cadenas de suministro de confianza.

Los recursos hídricos se ven gravemente afectados por la alta demanda de agua, la contaminación difusa y la mala gestión estructural de los cuerpos de agua y la infraestructura. Estas presiones se magnifican aún más por el cambio climático inducido por el hombre, con evidencia de sequías, inundaciones y escasez de agua cada vez más intensas en todas las regiones. Entre 2021 y 2023, los fenómenos meteorológicos y climáticos extremos causaron pérdidas económicas estimadas en más de 162.000 millones de euros, según la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), y las pequeñas y medianas empresas fueron especialmente vulnerables a los aumentos resultantes de los costes operativos, las interrupciones de la cadena de suministro y los daños no asegurados.

Se espera que los impactos climáticos adversos se aceleran en frecuencia y gravedad, y que las pérdidas económicas asociadas aumenten hasta 2030. Es probable que un escenario en el que todo siga como hasta ahora amplíe las brechas de resiliencia, en particular para las empresas más pequeñas que operan en sectores intensivos en agua y vulnerables al clima.

En respuesta a estos apremiantes desafíos, la Comisión Europea hizo de la resiliencia hídrica una prioridad política fundamental para su mandato 2024-2029, mediante la presentación de una Estrategia Europea de Resiliencia Hídrica —junio de 2025. Mediante la introducción de directrices políticas, recomendaciones, planes de acción y proyectos piloto, la iniciativa allana el camino para restaurar el ciclo interrumpido del agua, construir una economía inteligente en el uso del agua, garantizar agua limpia y asequible para todos, impulsar la investigación y la innovación, y reforzar la resiliencia y la preparación ante catástrofes en toda la Unión Europea. En el corazón de la Estrategia se encuentra el principio de “La eficiencia hídrica primero”, que prioriza el uso sostenible, la reutilización y la conservación del agua en todos los sectores.

 

NUESTRAS APORTACIONES A LA ESTRATEGIA

Mediante la organización empresarial europea de la que somos miembros hemos instado a la Comisión Europea a que integre plenamente a las pequeñas y medianas empresas en la aplicación y el seguimiento de la Estrategia. Esto significa dotarlas de herramientas integrales y prácticas, incentivos viables y acceso a la financiación, que les permitan liderar la innovación en eficiencia hídrica, las prácticas de economía circular, la adaptación al clima y los esfuerzos de prevención de la contaminación, sin comprometer su viabilidad económica.

A tal efecto abogamos por las siguientes medidas:

  • Incluir medidas para reforzar la aplicación de las actuales políticas de aguas de la Directiva Marco del Agua (2000/60/CE). Debe actualizar los umbrales de contaminación y los estándares de calidad ambiental, así como desarrollar indicadores relevantes para las empresas para monitorizar sus esfuerzos en la eficiencia del uso del agua y la prevención de la contaminación en los vertidos de aguas residuales.
  • La Estrategia debe exigir que todas las medidas propuestas por la Comisión en relación con el agua se sometan a evaluaciones de impacto exhaustivas y análisis de costos y beneficios, a fin de evitar imponer cargas indebidas a la competitividad.
  • Las empresas deben ser consultadas activamente en los foros multilaterales de la Comisión, en particular los que se ocupan de los mecanismos de tarifación del agua, los sistemas de eficiencia hídrica y la aplicación del principio de «quien contamina paga».
  • Una estrategia sólida debe ir más allá de un modelo único para todos y adaptarse a las realidades hídricas locales. Debería permitir a las autoridades locales, las agencias nacionales y los actores regionales decidir sobre la gestión local del agua, sobre la base de un equilibrio de intereses negociado. La Estrategia debe alejarse de los objetivos vinculantes y únicos para todos y pasar a un conjunto de herramientas flexibles de mejores prácticas y soluciones adaptables, desarrolladas conjuntamente con las empresas sectoriales y regionales, así como con las autoridades locales del agua.
  • Para evitar una avalancha de normas superpuestas, la Estrategia de Resiliencia Hídrica debe evitar imponer a las pequeñas y medianas empresas cargas excesivas, costes crecientes del agua y obligaciones fragmentadas.

ABORDAR LOS PRINCIPALES RETOS PARA UNA EUROPA RESILIENTE EN EL AGUA

Las empresas se enfrentan a una doble carga. Dependen del acceso seguro al agua potable para mantener sus operaciones, mientras que se ven cada vez más limitados por estrictas normas de vertido, especialmente en regiones con estrés hídrico, sin acceso a soluciones de tratamiento asequibles o sustitutos viables. A pesar de décadas de legislación de aguas, el informe de la AEMA sobre el estado del agua (2024) y la evaluación de la Comisión Europea del tercer plan hidrológico de cuenca (2025) muestran que sólo el 26% de las aguas superficiales cumplen un buen estado químico. La contaminación por productos químicos peligrosos en los procesos de fabricación, la deposición atmosférica, la escorrentía de las obras de construcción y la liberación de residuos orgánicos siguen siendo problemas clave. La Estrategia debe proporcionar incentivos específicos para que las pequeñas y medianas empresas prevengan y mitiguen la contaminación del agua.

Además, las empresas están cada vez más expuestas a interrupciones del suministro y pérdidas involuntarias de agua causadas por redes de distribución de infraestructuras de agua obsoletas, muchas de las cuales se construyeron hace décadas. En toda Europa, aproximadamente el 25% del agua limpia se pierde debido a las fugas de agua, aumentando hasta el 60% en países como Bulgaria. Estas ineficiencias tienen un impacto directo en las operaciones y la resiliencia de las empresas. Las inversiones estratégicas en la mejora de las tuberías y el mantenimiento son fundamentales para reducir las pérdidas de agua, mejorar la eficiencia operativa y aumentar la resiliencia a los peligros relacionados con el clima.

La Estrategia también debe dar prioridad a las inversiones públicas y privadas en renovación y desarrollo de infraestructuras, prestando especial atención al apoyo a los municipios y las empresas de las regiones con estrés hídrico.

A esto se suman los desafíos de la degradación de las infraestructuras y el aumento de la escasez de agua, tanto en frecuencia como en intensidad, en toda Europa. Según el Índice de Explotación Hídrica Plus, el 30% de la población europea y el 20% de su territorio experimentan estrés hídrico anual (AEMA, 2024). Estas presiones son más agudas en el sur de Europa, en particular en España, Portugal e Italia, pero también se están haciendo visibles en Alemania, los Países Bajos y Bélgica. Las empresas de los sectores que dependen del agua, como la elaboración de alimentos, los textiles, la jardinería y el turismo, se ven afectadas de manera desproporcionada. En algunas regiones, los costes operativos han aumentado entre un 10% y un 15% debido a las restricciones de agua, las fugas de agua y la competencia por los recursos (OCDE, 2024). Las medidas de racionamiento localizadas, como se ha visto en Cataluña (España) y Toscana (Italia), ya han interrumpido los ciclos de producción y las cadenas de suministro. La Evaluación Europea de Riesgos Climáticos advierte que estas presiones provocan efectos en cascada, desde cortes de energía hidroeléctrica y térmica hasta interrupciones del transporte, paradas operativas y pérdidas de puestos de trabajo.

El cambio climático amplifica aún más estos desafíos. Como el continente que se calienta más rápidamente, Europa está experimentando sequías, inundaciones, olas de calor y pérdida de hielo más frecuentes y graves, que se traducen en impactos socioeconómicos adversos que afectan directamente a la continuidad del negocio de las pequeñas y medianas empresas y la seguridad de los trabajadores. En 2023, las sequías prolongadas en Cataluña, los Pirineos Orientales (Francia) y Brandenburgo (Alemania) contribuyeron a una caída de 246.000 millones de euros en la facturación de las pequeñas y medianas empresas en 2023 (OCDE, 2024). Además, las inundaciones, el peligro climático más frecuente en Europa, se han duplicado desde 2014. Las empresas de regiones vulnerables como Tesalia, Baviera, el este de España, el noreste de Italia y Nueva Aquitania se han enfrentado a pérdidas de ingresos de entre el 15% y el 30% a raíz de las inundaciones (Banco Europeo de Inversiones, 2023).

Una Europa resiliente en el agua debe abordar los mecanismos de oferta de recurso y los costes de la energía asociados. Tanto el agua regenerada como el agua desalada deben complementarse con una garantía en el suministro energético y debe tenerse en cuenta las limitaciones para la energía hidráulica en periodos de sequía, ya sea por falta de recurso o por la reserva del mismo.

Asimismo —y esta aportación la hizo el INSTITUTO AGRÍCOLA— los mecanismos de oferta deben tener en cuenta —especialmente en los países sujetos a sequías recurrentes— la gestión del agua “verde” —parte del agua de lluvia que devuelve a la atmósfera vía la evotranspiración de las hojas— y la necesidad de infraestructuras de almacenamiento —embalses, recarga de acuíferos, mercados de agua, etcétera— que garanticen o permitan una garantía de suministro a medio y largo plazo,  suficientes para que la mayor parte de las empresas dependientes de las redes de abastecimiento de agua no vean afectadas sus operaciones, ya sea por la disponibilidad del recurso o por los costes extraordinarios en que hayan incurrido.

En este contexto hemos insistido en que es esencial flexibilizar la normativa ambiental ante la falta de gestión forestal que ha permitido un crecimiento de la biomasa forestal —que absorbe agua verde— derivando en un mayor riesgo de incendio en periodos de sequía. A su vez este crecimiento hace disminuir la escorrentía de agua hacia los embalses responsables de garantizar el abastecimiento.

También solicitamos que se considere la modificación de la Directiva marco del agua con el objetivo de promover la construcción de embalses que aporten una mayor garantía de suministro de agua. Al mismo tiempo, contribuyan al control de inundaciones, dado que el clima tiende cada vez más hacia los extremos: o sequía o inundaciones repentinas.

En este contexto, la Estrategia no solo debe abordar las consecuencias económicas de los desastres relacionados con el agua, sino también sus implicaciones para la seguridad pública. Para ello, proponemos el desarrollo de un protocolo europeo común para la respuesta coordinada a las emergencias hídricas, alineado con el marco de la política europea de emergencias existente. La Estrategia debe proporcionar una evaluación de riesgos precisa, así como medidas viables de gestión de riesgos y prevención para las empresas.

 

RECONOCER A LAS EMPRESAS COMO IMPULSORES DE LA INNOVACIÓN PARA LA EFICIENCIA HÍDRICA

La Estrategia Europea para la Resiliencia Hídrica debe reconocer a las pymes como innovadoras clave y facilitadoras de soluciones de eficiencia hídrica, que ofrecen soluciones tecnológicas, técnicas y digitales. Las empresas ya se están convirtiendo en actores clave en la eficiencia de los recursos. Según el Eurobarómetro Flaix 2024 sobre «Pymes, eficiencia en el uso de los recursos y mercados verdes», el 49% de las pequeñas y medianas empresas ya han adoptado medidas de ahorro de agua, en particular en los sectores textil, turístico, agrícola, cervecero y de la construcción. Las pymes están desarrollando productos y prácticas innovadoras, como el riego de precisión, los sensores de humedad del suelo y los diseños de edificios inteligentes.

También están desarrollando tecnologías digitales de monitorización del agua, como sensores, auditorías impulsadas por inteligencia artificial y análisis predictivos que han ayudado a reducir las pérdidas de agua hasta un 30% (Eurobarómetro Flaix 549, 2024).

La Estrategia Europea de Resiliencia Hídrica debe mejorar el acceso de las pequeñas y medianas empresas a la financiación y proporcionar orientación y mejores prácticas sobre prácticas de ahorro de agua en toda la cadena de valor.

Paralelamente, la Estrategia debe dar prioridad a las políticas del lado de la demanda de agua mediante el establecimiento de objetivos claros y medibles para que los Estados miembros reduzcan la extracción de agua. Sin embargo, la tasa de reutilización varía significativamente entre los países de Europa. Por ejemplo, en Francia, actualmente sólo se reutiliza el 0,6% del agua, mientras que en otros Estados miembros, como España, esta cifra alcanza el 14%. Para garantizar que los objetivos se diseñen y cumplan de manera realista, la Comisión debe facilitar el intercambio de mejores prácticas entre los Estados miembros y definir vías adaptadas a los contextos nacionales.

Las pymes difieren ampliamente en el uso del agua, la intensidad del consumo de agua y la capacidad tecnológica. Por ejemplo, la industria de la celulosa y el papel devuelve el 90% del agua extraída al medio ambiente, y sólo el 10% se consume por evaporación y residuos. Por lo tanto, los marcos reguladores y de monitorización también deben distinguir claramente entre el uso y el consumo de agua para tener en cuenta mejor las realidades específicas del sector y evitar penalizar a los sectores eficientes en el uso del agua.

No obstante, para evitar imponer cargas desproporcionadas que obstaculicen la competitividad, los objetivos de reducción deben equilibrarse con el derecho de las empresas a consumir el agua que necesitan. Los objetivos de reducción deben ser proporcionales al nivel de productividad de la empresa: No se debe penalizar un mayor consumo de agua debido a una mayor productividad. Además, las medidas relativas a los objetivos de reducción deben ir acompañadas de medidas simplificadas y adaptadas a las pequeñas y medianas empresas, junto con instrumentos de apoyo administrativo y financiero, para garantizar la adopción y aplicación efectivas de los objetivos de eficiencia hídrica.

Junio 2025