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¿Y si talamos 270.000 hectáreas de bosque y resulta que mejoramos el Medio?

 

Puede parecer provocador y atrevido, pero sin duda es una propuesta razonada que nace del estudio del informe del Estado de la Naturaleza en Cataluña 2020 publicado el pasado mes de junio por la Consejería de Acción Climática.

Según los datos del estudio, en Cataluña en los últimos 20 años (1997-2017), se han producido los siguientes cambios sustanciales en los usos del suelo:

Solo de uso agrario: 90.090 ha

Solo de uso forestal: + 270.807 ha y 746.289 ha “sin cambio”

Sol de uso urbano: + 80.233 ha

Es evidente que Cataluña no ha ganado terreno en el mar por lo que hay que aclarar que buena parte de la superficie forestal se ha ganado no sólo a expensas de suelo agrario que ha quedado en desuso, sino también de mucha superficie antiguamente dedicada a actividades de pasto.

El dato (1.107.283 ha totales), aun siendo relevante y proceder del CREAF y el mapa de Cubiertas y Usos del Sol, posiblemente tenga que revisarse al alza, ya que con los mismos datos la web del Observatorio Forestal (dependiendo del Centro Tecnológico Forestal de Cataluña) nos apunta que la superficie arbolada de bosque en Cataluña son 1.331.906 ha y esto ya supondría un sesgo de más del 15%

El informe, también indica que hay 746.289 ha forestales “Sin Cambio” … Nada más lejos de la realidad ya que si algo se ha modificado en los últimos 20 años es la cantidad de biomasa que se acumula en las nuestras montes, llegando a niveles de riesgo que superan las posibilidades de extinción con medios aéreos en muchas zonas.

De nuevo un informe oficial*, esta vez de la Oficina de Cambio Climático nos indica que los bosques han aumentado en un 24% su densidad en los últimos 25 años alcanzando una media de 843 pies/ha.

Ahora tenemos un 73% más de biomasa aérea acumulada y 54% más de área basal.


Según el Observatorio Forestal en Cataluña, el 68.30% de la superficie forestal no está planificada, lo que apunta a un déficit relevante en la gestión y un hecho que favorece este incremento de la superficie forestal y de la biomasa forestal acumulada de los últimos 20 años.


Las causas de la falta de actividad

Apuntaríamos a los sospechosos habituales, nula o baja rentabilidad, despoblamiento, falta de mano de obra calificada y muy especialmente una legislaciónque a menudo dificulta cualquier actividad en el medio natural tanto por las prohibiciones como por los sobrecostes que genera, como por los cruces normativos que a menudo crean contradicciones burocráticas y plazos imposibles.


Las consecuencias de no hacer nada y promover “la evolución natural”

En primer lugar, estarían las sociales, ya que se genera un círculo vicioso donde la disminución de la actividad industrial y económica en las zonas rurales es una de las principales causas del despoblamiento y pérdida de mano de obra calificada.

En segundo lugar, y de forma muy relevante, tenemos la pérdida de oportunidades derivada de la falta de gestión de nuestros montes. En este caso es muy interesante ver cómo se encara esta cuestión en otros países europeos.

Descubrimos que, aunque los incendios y recursos públicos asociados a evitarlos para muchos otros países es un tema menor, no sucede lo mismo con la gestión forestal y de su ecosistema.

En la mayor parte del norte de Europa las tasas de aprovechamiento del bosque son muy más elevadas, y entre otras cosas porque nunca se ha perdido el aprovechamiento por madera de construcción y su uso energético renovable. Tienen de hecho el concepto de Bioeconomía muy arraigado en su ADN.

Ahora bien, la rentabilidad del bosque también es escasa y buscan de forma conjunta nuevos desarrollos industriales para convertirse en proveedores de materias primas industriales sustitutas del plástico y otros materiales provenientes de hidrocarburos fósiles.

No son nuevas las noticias que nos hablan de biorefinerías para crear bioplásticos , disolventes y otros componentes químicos de utilidad para la industria, al igual que el impulso decidido a la fabricación de tejidos a partir de lulosa (aspiran a la sustitución del poliéster) con la aplicación de nuevas tecnologías de bajo consumo de agua. Éstos serían de hecho, algunos de los ejemplos más punteros que en todo caso siempre tienen en común la apuesta decidida de sus gobernantes por el impulso de la actividad económica en las zonas rurales y forestales y por la búsqueda constante de sinergias con el resto de sectores industriales .

En Cataluña tenemos el potencial para conseguir todas estas sinergias y desarrollos. De hecho, nuestras reservas de biomasa deberían suponer una oportunidad inmejorable para la atracción de talento y nuevos desarrollos industriales, pero nos falta la voluntad decidida de abordar los cambios legislativos necesarios para hacerlo posible y la valentía de reconocer que quizás si talamos más de 200.000 ha y nos decidimos a gestionar de forma decidida la biomasa de las zonas protegidas en realidad estamos mejorando el medio natural y al mismo tiempo contribuyendo a tener un mundo rural mucho más activo económica y socialmente.

Por último, también tenemos las consecuencias asociadas a la biodiversidad que se quiere preservar y que de rebote también resulta directamente dañada, y en este sentido hay que ser cuidadoso con las múltiples vertientes de la cuestión que hay que analizar:


  1. No hay mayor pérdida de biodiversidad que la derivada de los incendios catastróficos , y en este sentido toda acción que disminuya el riesgo es necesario ser evaluada como una mejora por el medio natural. La inversión infinita en medios de extinción es inviable y es necesario emprender acciones decididas para reducir el exceso de biomasa que acumulan las masas forestales en Cataluña.
  2. El incremento constante de las masas forestales , tanto en dimensión , como en densidad y envergadura, particularmente en las áreas de cabecera de los ríos , conlleva que muchos recursos hídricos no lleguen cómo antes a los nuestros pantanos , favoreciendo la escasez de recursos hídricos en las poblaciones y en los ecosistemas naturales .

Este hecho, junto con períodos de reducción de precipitaciones y el incremento poblacional de la zona costera comporta una mayor presión sobre los recursos hídricos que, desgraciadamente, se traduce también en una mayor presión sobre los sectores urbanos, industriales y agroalimentarios, y que hoy cubrimos parcialmente con una desalinización con un alto coste energético asociado, y una presión al alza sobre el coste del ciclo del agua.


  • La pérdida de espacios abiertos , – dado las 270.000 ha de bosque han salido de espacios mayoritariamente abiertos tales como pastos y cultivos – , son de hecho _ _ los “ habitados en declive ” y de la misma forma las especies que se asocian . En este sentido , el resultado de la falta de estos espacios abiertos por especies como el Àliga Cuabarrada, ocasiona que recurra a los espacios alternativos que puede encontrar como el que queda después de un incendio (lo recoge el informe de la Generalitat) pero también otras áreas nuevas o en lugares menos propicios donde es necesario desarrollar proyectos que se ven inevitablemente paralizados o retrasados.
  • Un punto controvertido es la pérdida de polinizadores ( principalmente mariposas ) que indica el informe todo apuntando como principal causa el incremento del uso de productos plaguicidas .
  • Hay que indicar que ésta bajada también está directamente asociada a la pérdida de habitados , particularmente pastos y zonas agrícolas … y en este sentido el balance catastrofista que todo a menudo se esgrime en relación a la mayor adquisición y uso de productos fitosanitarios no respondería a la realidad . Hay que saber que los productos empleados a día de hoy son en regla general mucho más específicos y menos tóxicos, y requieren muchas veces de más aplicaciones dado que por regla general no son tan efectivos como muchos de los productos que a día de hoy están prohibidos pero que resultaban extremadamente eficaces hacia las plagas.
  • Adicionalmente podemos añadir que el 10% de la superficie cultivada en Cataluña es ecológica , por lo que con las cifras en la mano , carece de todo sentido imputar la bajada de biodiversidad al uso actual de los fitosanitarios en detrimento de la pérdida progresiva de la superficie de agraria y de pasto.


Propuestas de futuro

A día de hoy, se ha hecho evidente que es necesario impulsar de forma decidida la colaboración público-privado si se quiere incentivar los usos del monte y revertir la situación actual, que año tras año empeora.

En estos momentos los productos del bosque se han revalorizado bastante , – fruto de la guerra con Ucrania – , pero en nuestro país ni siquiera tenemos suficiente gente formada para trabajar en el bosque. Se trata de un claro nicho de empleo que además tiene el potencial de incidir sobre el despoblamiento.

Es necesario aplicar políticas activas de empleo junto con un plan para el reasentamiento de la población en las zonas rurales, donde paradójicamente a menudo no hay ni viviendas disponibles.

vez, es de vital importancia una política de fomento y captación industrial para los nuevos desarrollos que impulsa la Bioeconomía. Entre otros, y aparte de los sectores de la madera y construcción, es necesario apostar por el desarrollo de líneas de biorefinado y bioproductos que en Cataluña supongan no sólo un nuevo impulso a la economía rural, sino también un factor de ganancia de competitividad para el resto de industrias que dependen de estas materias primas, al tiempo que ahora sí , nos preocupamos de impactar en el medio mejorándolo.

Artículo publicado en La Drecera 194 – julio – agosto 2022