El Instituto de Estudios Históricos de la Universidad CEU San Pablo juntament amb la Fundación Otto de Habsburgo ha volgut recordar el llegat d’Otto d’Habsburg, una persona que va decidir no només servir una nació, sinó un continent sencer, Europa.
OTTO «DE EUROPA»
Otto d’Habsburg (1912-2011) ha vivido una vida tan plena como casi nadie hubiera podido igualar. Recordaba el presidente francés Valéry Giscard d’Estaing, «Emperador de un Imperio que ya no existe, hará una elección magnífica: la de servir no ya a una nación, sino a un continente, Europa»
De él dijo Franklin D. Roosevelt que su conocimiento de la realidad europea sólo podía ser comparado con el del Papa Pío XII. Y acto seguido el presidente de los Estados Unidos dio orden de que durante la Guerra Mundial se permitiera a aquel joven príncipe emplear los códigos y sistemas de comunicación privativos del presidente norteamericano para que pudiera recibir información de primera mano. Un caso sin precedentes.
«Si no te dejan luchar a caballo hay que librar la batalla a pie» lograba repetir. Y así sembraron alianzas a ambos lados de la frontera hasta lograr encabezar la primera manifestación de gente –no de cargos públicos– que el 19 de agosto de 1989 en Sopron, Hungría, cortó con tenazas los alambrados del telón de acero.
Creando redes
¿Cómo se difunden y cómo cambian las ideas políticas? Y, más concretamente, ¿cómo han surgido y se han propagado? ¿Cómo se pueden transformar en medidas concretas y en decisiones políticas?
A la hora de ponerlas en práctica, las redes desempeñan un papel muy importante. Las redes son omnipresentes en la vida social y existen allí donde la información, las ideas y los pensamientos se pueden difundir. Estos giran en torno a personalidades clave que tienen la capacidad de darles forma y mantenerlos.
Otto de Habsburgo fue sin duda una de ellas. El polifacético político demostró ser un excelente constructor de redes. A través de sus conferencias, reuniones, viajes, cartas y escritos logró reunir un increíble capital social que posteriormente supo trasladar al plano político. Desde 2018, la Fundación Otto de Habsburgo de Budapest se encarga del patrimonio material y el legado intelectual de la persona que le da nombre. Los más de 100 metros lineales de documentos, 11.000 libros y 30.000 fotografías documentan con todo detalle una larga vida.
Su extenso intercambio de correspondencia con Henry Kissinger, por ejemplo, arroja una luz muy particular sobre una serie de acontecimientos y asuntos de máxima importancia durante la Guerra Fría y después de ella. La penetrante inteligencia del secretario de Estado, que este año celebra su centenario, no sólo fue de utilidad para Otto de Habsburgo, sino que también resultó de crucial importancia para nuestra comprensión de las circunstancias de la época.
De los numerosos discursos, mociones, resoluciones y propuestas presentadas por Otto de Habsburgo como diputado del Parlamento Europeo, los más conocidos (y a menudo los únicos) son los relativos al desmantelamiento del telón de acero, es decir, a la transformación de la Europa Central y del Este, la unificación de los dos Estados alemanes y la ampliación de la Unión Europea hacia el Este. Sin embargo, en cuanto a la ampliación no se limitó de ninguna manera a apoyar e impulsar los países de Europa central y del Este, sino que abogó firmemente por la adhesión de los países del Mediterráneo y, más tarde, de Austria y de Suecia. Con el argumento de que cada incorporación fortalecía y consolidaba el proyecto europeo común, apoyó en particular la admisión de España y Portugal a la Unión Europea.
«Doy gracias a Dios que España sea ahora parte integrante de la Unión Europea, de la que nunca estuvo separada moralmente», escribía Otto en 1985 en una carta al jefe del Estado con motivo del acceso del país a la integración. A principios del año siguiente fue galardonado con el Premio Europeo Coudenhove-Kalergi por sus servicios a la adhesión de España a las Comunidades Europeas.
CARISMA
Otto de Habsburgo, una de las figuras clave de la integración europea, fue durante cuatro legislaturas uno de los miembros más destacados del Parlamento Europeo. Antes de eso había sido presidente desde 1973 de la Unión Paneuropea, una organización que ya contaba más de 50 años de existencia.
Todos los que lo conocieron quedaron impresionados por su extraordinaria personalidad, que lo convertía en un excelente constructor de redes.
Pero su actitud intelectual también fue un factor importante para su carisma: el archiduque era realista e invariablemente optimista. Su sentido de la realidad le ayudó a tomar las decisiones correctas, mientras que su optimismo, moldeado por su profunda fe cristiana católica, constituyó siempre un apoyo para superar las dificultades que se presentaron con frecuencia en su larga vida. A ello se añadía su increíble diligencia, imprescindible para mantener contactos en todo el mundo y estar presente en los medios de comunicación de múltiples países en numerosos idiomas.
La vida de Otto de Habsburgo ha estado llena de generosidad política e intelectual. Hombre apasionado, moderno y liberal, uno de los padres políticos de la Europa moderna.
Septiembre 2023